3I/ATLASf. Un gato en mi terraza

(In English here)

Resumen

    Recientemente se ha descubierto un nuevo objeto interestelar pasando por nuestro sistema solar, 3I/ATLAS. Este objeto ha despertado mucha curiosidad y está siendo intensamente estudiado por los astrónomos de todo el mundo. Un artículo subido al servidor de preprints arXiv sugiere la posibilidad de que este objeto sea en realidad una nave alienígena preparándose en secreto para atacarnos a finales de este año. Esta peculiar idea es sustentada en una serie de coincidencias, supuestamente muy improbables para un objeto natural. En este artículo, escrito para un público general sin necesidad de conocimientos previos, contraargumento cada una de esas improbabilidades. Las primeras secciones (secciones 1 y 2) plantean reflexiones generales sobre el peligro de establecer a posteriori criterios para defender una hipótesis poco plausible. Se discuten aspectos de filosofía de la ciencia que son importantes para entender por qué la ciencia debe hacerse siguiendo ciertas metodologías con rigor y disciplina. Esta primera parte está también explicada en un vídeo en el que tuve el gusto de participar para el canal de Javier Santaolalla[1]. La sección 3 discute la lista de improbabilidades presentada por los autores del artículo, mostrando que no son tales. La sección 4 desmonta la idea de que la trayectoria de 3I/ATLAS sugiere que está preparando una maniobra Oberth para cambiar su trayectoria en el perihelio. Esta sección es un poco más técnica pero se puede seguir bien con conocimientos de educación secundaria. Finalmente las conclusiones demuestran que la narrativa de la nave preparando una maniobra Oberth clandestina no se sostiene.

1. El juego de las improbabilidades buscadas


    3I/ATLAS es un objeto interestelar recientemente descubierto y que está siendo estudiado con gran interés por astrofísicos de todo el mundo[2-6]. Como su nombre indica (en concreto la parte de “3I”), se trata de tercer objeto interestelar que descubrimos pasando por nuestro sistema solar. El primero fue 1I/’Oumuamua (descubierto en 2017), le siguió 2I/Borisov (en 2019), y ahora estamos viendo el paso de este 3I/ATLAS.

Trayectorias heliocéntricas: 3I/ATLAS y planetas
Figura 1: Trayectorias heliocéntricas en el plano x–y de 3I/ATLAS y de Mercurio, Venus, Tierra, Marte y Júpiter entre febrero de 2025 y febrero de 2026. El eje horizontal muestra la coordenada y y el vertical la coordenada x, con valores negativos hacia arriba. Las líneas continuas indican la trayectoria pasada y las discontinuas la futura. Los círculos negros llenos marcan la posición actual (10-08-2025) y los círculos negros huecos, la posición en el perihelio del cometa (29-10-2025). Nótese que los planetas giran en sentido contrario a las agujas del reloj, mientras 3I/ATLAS va de izquierda a derecha (por tanto su órbita es retrógrada, en sentido contrario a la de los planetas). Gráfica del autor con efemérides tomadas del sistema Horizons (JPL/NASA).

Todo lo que sabemos sobre 3I/ATLAS es perfectamente compatible con que sea un cometa. Sin embargo, el famoso investigador Abraham (Avi) Loeb, junto con sus colegas Adam Hibberd y Adam Crowl, han subido un artículo (referido en adelante como HCL por las iniciales de sus autores) al servidor de preprints arXiv con el sugerente título Is the Interstellar Object 3I/ATLAS Alien Technology? (¿es el objeto interestelar 3I/ATLAS tecnología alienígena?)[7]. En él se propone la posibilidad de que este objeto en realidad sea una nave espacial alienígena haciéndose pasar por un cometa. Aventuran, además, que dicha nave podría tener intenciones malignas, planeando incluso una maniobra Oberth inversa “clandestina” (los autores usan el vocablo en inglés "clandestine" pero hay que tener cuidado con la connotación de "al margen de la ley" que suele tener en español la traducción por "clandestina", y que no necesariamente tiene en inglés). Esta maniobra se ejecutaría en el momento en que esté oculta a nuestros ojos al otro lado del Sol, maniobra que usaría para frenarse y quedarse en una órbita cerrada en nuestro sistema solar, sorprendiéndonos en noviembre con una nueva órbita. Ya antes de entrar en más discusión, me parece un poco triste que nuestra primera reacción ante el hecho de que una nave frene para quedarse en nuestro sistema solar, sea la de asumir una postura de hostilidad. Nosotros hacemos este tipo de maniobras continuamente con nuestras sondas en los planetas de nuestro entorno, y siempre ha sido con las mejores intenciones, para observar, estudiar y comprender mejor el universo. 

Los propios autores admiten que lo más probable es que 3I/ATLAS sea simplemente un cometa (eso sí, uno tremendamente interesante) y justifican su especulación como un ejercicio pedagógico “divertido”. Dejando de lado el debate sobre la conveniencia de deslizar en repositorios científicos afirmaciones sensacionalistas poco fundamentadas (ya sabemos por experiencia previa, mucha de ella amasada por el propio Avi Loeb, que apenas hacen más que desinformar al gran público), sí estoy de acuerdo en lo lúdico y didáctico del ejercicio. Por ello aquí me permito poner el foco en otros aspectos que me parecen muy relevantes y sobre los que creo que se puede aprender mucho. El artículo fundamenta su peculiar hipótesis en una serie de improbabilidades estadísticas. El problema es que estas improbabilidades están elegidas a posteriori, es decir, una vez que conocemos las propiedades del objeto, seleccionamos aquellas que decidimos que son favorables para apoyar nuestra hipótesis. 

Más abajo hablaremos sobre la validez de las improbabilidades que sostienen la especulación de HCL pero en esta sección quiero centrarme en los problemas generales de esta forma de proceder. Para ello vamos a considerar un ejemplo concreto y, como hay que predicar con el ejemplo, me voy a poner a mí mismo como caso de estudio. A todas luces, mi apariencia física es compatible con la de un ser humano (hay multitud de vídeos en YouTube donde esto se puede constatar, como en [1]). Si ustedes fueran la comunidad científica de la Tierra y me observaran, seguramente llegarían a la conclusión de que soy un humano, casi con total certeza. Ahora bien, a algún científico más librepensador se le podría ocurrir que quizás en realidad soy un alienígena disfrazado, basándose en una serie de improbabilidades estadísticas que ha observado en mí.

 Podría empezar mencionando que mi altura es de 1.94m, lo que no es habitual. Solo el 1% de los humanos mide 1.94m o más. Claro, esta peculiaridad sería consistente con la hipótesis de que soy un alienígena disfrazado, ya que necesitaría un tamaño mayor para el disfraz en torno a mi verdadero cuerpo alienígena. Quizás también habrán notado que padezco dos condiciones médicas poco comunes que se manifiestan en los ojos. Una es el estrabismo, que solo se da en el 3% de los humanos, y la otra es la enfermedad de Gilbert, que solo aparece en el 4%. Los ojos son un órgano muy complejo y tendría sentido que el disfraz alienígena muestre imperfecciones en algo tan complicado de reproducir. Por último, nuestro audaz científico hace la observación de que vivo en una isla pequeña, Tenerife. Solamente el 1% de la población humana vive en este tipo de islas. Concluye que esto es consistente con la idea de que soy un alienígena disfrazado tratando de pasar desapercibido en la Tierra, ya que puedo ocultarme con más facilidad en este tipo de pequeños territorios. 

Cuando combinamos estas improbabiliades estadísticas para contrastar hipótesis, obtenemos una probabilidad del 0.00001% de que sea humano. Dicho de otra manera, hay un 99.99999% de probabilidad de que yo sea un alienígena disfrazado. Obviamente, esto no es así. A pesar de estos números, les aseguro que soy totalmente humano (aunque debo confesar que tras verlos me he quedado con un cierto desasosiego y me pregunto si esto tendrá algo que ver con que se me den tan mal los captchas). La razón por la que se obtiene este resultado es que, en algo tan complejo como un ser humano, siempre es posible encontrar un conjunto de parámetros que se salgan de la norma. La moraleja de este ejercicio es que todos somos especiales en algún sentido u otro. Obviamente un cometa no es tan complejo como un ser humano, ni siquiera un cometa interestelar tan extraordinariamente interesante como 3I/ATLAS, pero el juego es el mismo. Por tanto, los argumentos basados en criterios seleccionados a posteriori, como los empleados por HCL para sostener que 3I/ATLAS sea una nave alienígena camuflada, no son una buena forma de establecer la veracidad de hipótesis poco plausibles.

 2. Aliens vs Predators (gatunos)


Ahora bien, lo que proponen Loeb et al. es simplemente que mantengamos la mente abierta porque tampoco nadie ha podido demostrar que 3I/ATLAS no sea una nave alienígena haciéndose pasar por cometa. Es decir, todo lo que vemos es compatible con que sea un cometa pero ¿podemos refutar que sea una nave camuflada? Y lo cierto es que no, no podemos descartar que lo sea. Pero aquí ya entramos más en un tema de filosofía de la ciencia, más que de la propia ciencia en sí. Y por este tipo de cosas a veces echo de menos que hubiera más educación en filosofía de la ciencia, no solo entre la población general sino también entre los propios investigadores. Para entenderlo de forma sencilla, vamos de nuevo a recurrir a una situación de la vida cotidiana.

Supongamos que estoy en mi casa descansando tranquilamente después de cenar, cuando de repente un sonido rompe el silencio de la noche. "¡Miau!" Escucho claramente un maullido que proviene de la terraza. Seguramente lo más natural en esa situación sería asumir que hay un gato en la terraza. Sin embargo, también podría plantearme una segunda posibilidad: que haya un alienígena en mi terraza intentando hacerse pasar por un gato e imitando su maullido. ¿Puedo demostrar que esta segunda opción no sea la correcta? No, no puedo demostrarlo pero seguramente todos nos quedaríamos con la primera. ¿Por qué? Fundamentalmente por dos razones. En primer lugar porque, por observaciones previas absolutamente concluyentes, sabemos que los gatos existen. Además, también por observaciones previas incuestionables, sabemos que la abundancia de gatos en nuestras terrazas es abrumadoramente superior a la de alienígenas. En el mundo hay del orden de mil millones de gatos. Por contra, incluso aquellos que piensan que hay criaturas de otros mundos deambulando por aquí (yo no), no los cifrarían en más de unos cuantos. Por tanto la frecuencia esperable de gatos en mi terraza es cuando menos cientos de millones de veces superior a la de alienígenas (en mi opinión, de hecho, infinitamente superior). 
¿Gatos o aliens en mi terraza?

Aunque no hagamos estas cuentas de abundancias relativas de forma consciente, este es el proceso que subyace en nuestra decisión de anteponer la hipótesis gatuna a la alienígena como explicación al maullido en la terraza. Con este ejemplo no estoy intentando ridiculizar la posibilidad de vida extraterrestre. En absoluto. De hecho es un tema que me fascina, me apasiona, y al que dedico trabajo de investigación. Esta explicación pretende ser pedagógica, aplicando la reducción al absurdo para mostrar las grietas en una lógica que pueden quedar obfuscadas en la jerga científica pero que se delatan rápidamente cuando la llevamos al campo cotidiano, donde nuestra intuición se mueve con más familiaridad.

Y en este caso ¿qué nos dice la experiencia sobre las abundancias relativas de cometas y naves interestelares? Lamentablemente no tenemos absolutamente ninguna información sobre la densidad de naves espaciales interestelares de tamaño kilométrico. Sin embargo, sí sabemos bastante de astrofísica como para tener una idea de la cantidad de cometas y asteroides que hay por ahí fuera, vagando perdidos por la galaxia. Para empezar, los modelos de formación nos dicen que el sistema solar ha expulsado a lo largo de su vida (pero sobre todo muy al principio) un enorme número de asteroides y cometas. Nada menos que entre billones (¡con “b”, un uno con 12 ceros detrás!) y cientos de billones de objetos, la gran mayoría cometas, que fueron lanzados hacia el vacío interestelar. De acuerdo, estas estimaciones están basadas en cálculos teóricos y tienen su incertidumbre. Pero el caso es que da igual. Aunque las estimaciones estén mal un factor 2 arriba o abajo, estamos hablando de un número colosal de objetos expulsados. Por contra, nuestro sistema solar no ha producido ni una sola nave interestelar de tamaño kilométrico (y yo diría que de ningún tamaño; soy muy reacio a contar las Voyager como sondas interestelares). Así, el sistema solar ha producido entre billones y cientos de billones de cometas y ni una nave interestelar. La proporción es mucho mayor incluso que la de gatos sobre aliens en terrazas. Y seguramente aumente todavía mucho más si consideramos otras estrellas, puesto que casi con certeza podemos asumir que la gran mayoría de las doscientos mil millones de estrellas de nuestra galaxia también estén contribuyendo al medio intergaláctico entre billones y cientos de billones de cometas, lo que terminaría por arrojar cifras totalmente mareantes como miles de millones de billones de cometas vagando por la galaxia expulsados de sus estrellas.

Los números nos dicen también que lo normal es que unos cuantos de estos objetos entren cada año en el sistema solar y, por casualidad, alguno es descubierto de vez en cuando. No los vemos todos porque son muy débiles y requiere algo de serendipia que un telescopio potente esté observando justamente la región del cielo en la que se encuentra en ese momento el objeto (los telescopios grandes son normalmente como un microscopio que ve solo una pequeñísima fracción del cielo). Teniendo en cuenta esto y los números mareantes de sobreabundancia de cometas interestelares frente a naves espaciales kilométricas, lo sensato es pensar que el maullido en la terraza es un gato y 3I/ATLAS un cometa.

El incesante llamado de Avi Loeb a mantener la mente abierta está bien y yo lo suscribo. Estoy totalmente de acuerdo. Pero también hay que llamar a las cosas por su nombre. Hay que tener claros cuáles son los argumentos que apoyan nuestras hipótesis. Carl Sagan popularizó la frase de que “hay que tener la mente abierta, pero no tanto que se te caiga el cerebro” (la primera referencia escrita de que tenemos constancia es de Max Radin, 1937). Loeb tiene un largo historial de publicar artículos en que asocia fenómenos llamativos, cualquier evento intrigante y de repercusión mediática, con la hipótesis alienígena. Empezó con los FRBs (fast radio bursts, o “estallidos rápidos de radio”). Ahora ya vamos entendiéndolos mejor pero hace unos años, cuando se empezaron a registrar estas señales y todavía estaban envueltas en una densa nube de misterio, Loeb ya publicó en la literatura científica la posibiliad de que se tratara de tecnología extraterrestre.

Luego llegaron los objetos interestelares. Cuando se descubrió el primero, 1I/’Oumuamua, Loeb publicó varios artículos, científicos y populares, afirmando que se trataba de una nave extraterrestre. Defendió esta idea con gran rotundidad e incluso escribió un libro, titulado Interstellar, que se convirtió en un best seller. Luego fueron los meteoros que él denominó IM1 e IM2 (IM por interstellar meteor, o “meteoro interestelar”) que impactaron con la Tierra en 2014 y 2017. Aunque existe cierta controversia científica legítima, estos meteoros podrían ser también de procedencia interestelar. De estos no solo afirmó que se trataba de sondas alienígenas sino que incluso llegó a proponer en un artículo científico que provenían de una nave nodriza que estaba atravesando el sistema solar. Y ahora nos dice que también este 3I/ATLAS es una nave espacial. O sea, según Avi Loeb, todos los objetos interestelares, con la excepción de 2I/Borisov, son tecnología extraterrestre. Aunque sea a nivel especulativo, hacer esto no es buena práctica científica. ¿Qué sentido tiene que todos los objetos interestelares que vemos sean naves espaciales, cuando además sabemos que debe existir una cantidad abrumadoramente grande de cometas y asteroides por ahí flotando y que deberíamos estar descubriendo a un ritmo del orden de a uno al año? 

Pero existe un problema mucho más profundo con esta forma de proceder, un problema que, de nuevo, es más de filosofía de la ciencia. ¿Y si resulta que “acierta”? ¿Qué pasaría si, contra todo pronóstico razonable, llega el mes de noviembre y este 3I/ATLAS de repente arranca sus propulsores, realiza una maniobra Oberth inversa y cambia su trayectoria para ponerse en posición de ataque sobre nuestro planeta (lo que sea que eso signifique)? ¿Diríamos que este investigador tenía razón? La respuesta es que no, no la tendría, aunque poca gente entendería esto. Pongamos de nuevo un ejemplo de la vida cotidiana para aclararlo. Imaginemos un pueblo pequeño en el que hay un médico muy particular, el Dr. Muerte. Este médico le dice siempre a todos sus pacientes que probablemente van a morir en los próximos días. El paciente, lógicamente, sale muy preocupado de la consulta pero, según transcurren los días, comprueba aliviado que no le pasa nada y termina por olvidar el ominoso diagnóstico. Todo queda en una anécdota sin importancia. Sin embargo, de vez en cuando ocurre que alguien, en aparente buen estado de salud, fallece en los días posteriores a la consulta con el macabro doctor. Cuando esto ocurre, todo el pueblo se ve sacudido por la noticia de que, contra todo pronóstico y contra la opinión del establishment médico, el Dr. Muerte acertó. Nuestro estrafalario médico se grangea así una reputación casi de profeta entre los vecinos del pueblo. Ahora bien, ¿realmente ha acertado el médico? Para la ciencia esto no es acertar porque el procedimiento carece de capacidad predictiva real. La ciencia tiene que producir un modelo con el cual se puedan dar resultados cuantitativos y hacer predicciones verificables. De lo contrario no tenemos ninguna utilidad.

El médico de nuestro pueblo puede exigir que tengamos la mente abierta a su propuesta. Me dice “yo no te digo seguro que te vayas a morir mañana, pero debes admitir que existe esa posibilidad”. Y qué quieren que les diga… yo tengo la mente muy abierta a esa idea. Soy perfectamente consciente de que voy a morir algún día, y ese día podría ser mañana. Eso es así. Pero esta afirmación del doctor no me sirve absolutamente para nada. No me está aportando información útil. Su diagnóstico no me va a permitir mejorar mi salud, no me va a permitir ponerme un tratamiento adecuado si tengo algún problema médico. No gano nada con esta predicción genérica. Del mismo modo, decir que hay aliens por todas partes tampoco ayuda a encontrarlos, que es a lo que aspiramos y a lo que muchos investigadores dedican esfuerzos serios dentro de la disciplinada metodología científica. 


3. Desmontando improbabilidades


    El artículo publicado por Hibberd, Crowd y Loeb cita una serie de características de la trayectoria de 3I/ATLAS como argumentos para sostener que se trata de una nave alienígena camuflada de cometa:

  • Eclíptica: El recorrido de este objeto es muy cercano al plano en el que orbitan los planetas del sistema solar (la eclíptica), con una inclinación de solo 5 grados respecto a este plano. En principio, un objeto interestelar podría llegarnos desde cualquier dirección del espacio así que sería mucha casualidad que justamente venga de la eclíptica. Sin embargo, Loeb y sus colaboradores no han tenido en cuenta que ATLAS, la red de telescopios que descubrió este objeto, tiene por misión descubrir objetos peligrosos para la Tierra en el sistema solar y observa predominantemente en el plano de la eclíptica. Por tanto esta improbabilidad queda desactivada. Aun así, uno se pregunta por qué los extraterrestres querrían enviar su nave por la eclíptica para atacar la Tierra, tal como HCL proponen. No soy partidario de hacer análisis de psiocología y motivaciones alienígenas porque entiendo que serían tan extrañas para nosotros que nos equivocaríamos con cualquier suposición que hiciéramos. Sin embargo, HCL sí discuten posibles motivaciones para apoyar su propuesta así que juguemos con sus mismas cartas. Empecemos por considerar que para decidir desde qué dirección quieres entrar se requiere un sistema de propulsión mucho más eficiente y poderoso que los nuestros. Nosotros, por ejemplo, no podemos sacar nuestras sondas del plano de la eclíptica con la tecnología humana actual de propulsión por cohetes. Neciestamos realizar maniobras de asistencia gravitacional en planetas para que sondas como Ulysses o Solar Orbiter puedan cambiar su inclinación con respecto a la eclíptica. Si los extraterrestres quisieran interceptar la Tierra podrían haber entrado desde cualquier otra dirección y nos pillarían más por sorpresa. Entrando por la eclíptica se delatan. Primero, porque habrá científicos en la Tierra que se den cuenta de que esa es una dirección poco probable. Y segundo, porque nuestros telescopios observan más la eclíptica que otras regiones. Es decir, que venir por la eclíptica es muy costoso en términos de propulsión y facilita el delatarse ante los astrónomos de la Tierra. Uno podría argumentar que esta civilización es tan extremadamente avanzada que: a)disponen de una propulsión extraordinarimanete poderosa; b)les da igual delatarse porque saben que no podremos oponer resistencia. El problema es que la hipótesis de HCL está muy basada en argumentar que: a)planean hacer una maniobra Oberth en el perihelio, que es una forma de rascar energía orbital, algo que uno hace cuando no va precisamente sobrado de propulsión (hablaremos luego de esto en detalle); b)la trayectoria de 3I/ATLAS está calculada para hacer la maniobra Oberth de forma clandestina cuando están ocultos a nuestros ojos por detrás del Sol, lo cual, junto con el camuflaje como cometa, implicaría que sí están intentando pasar desaparecibidos de nosotros, al menos hasta noviembre. En definitiva, las argumentaciones son inconsistentes, si en las observaciones sale cara, digo que apoya mi teoría, y si sale cruz, también.
  • Órbita retrógrada: Un aspecto muy ilustrativo de los problemas que surgen con las condiciones a posteriori lo tenemos con la interpretación del carácter retrógrado de la órbita de 3I/ATLAS. Uno esperaría que un objeto interestelar tenga la misma probabilidad de ser prógrada que retrógrada. Sin embargo, yo personalmente pensaría que una nave alienígena que viniera con casi cualquier tipo de intenciones al sistema solar elegiría, si pudiera, una órbita directa (prógrada), que le permitiría acercarse más fácilmente a los planetas y con una velocidad relativa menor respecto a estos. Resulta que 3I/ATLAS viaja en sentido contrario y sin embargo los autores de HCL consideran que este hecho apoya la hipótesis alienígena porque así nos será muy difícil interceptarlo o acercarnos a él. Me parece que es una de esas situaciones en que si sale cara yo tengo razón y si sale cruz también. 
  • Tamaño: Otro argumento que aportan Loeb y colaboradores es el hecho de que si 3I/ATLAS fuera un asteroide, sería demasiado grande para encajar con que no hayamos visto otros más pequeños. El caso es que nadie ha dicho que 3I/ATLAS sea un asteroide. Todo el mundo piensa que se un cometa y, por tanto, este argumento es completamente irrelevante. Improbabilidad desactivada.  
  • Emisiones: Los cometas producen emisión de gases al acercarse al Sol, debido a la evaporación  (sublimación) de los hielos que lo componen. Esta emisión de gases es responsable de la  pequeña aceleración no gravitatoria que experimentan cuando pasan cerca del Sol. HCL aducen que 3I/Atlas no ha mostrado signos de esta emisión de gases. Pero esto es lo normal a estas distancias. Los cometas que conocemos del sistema solar no suelen presentar emisiones observables hasta que se encuentran a unas 2.5 AU, salvo unas pocas excepciones[5]. Actualmente 3I/Atlas se encuentra a algo más de 3 AU, por lo que es normal que no presente emisiones. A día de hoy ya empiezan a aparecer resultados con observaciones que sí muestran emisiones gaseosas incipientes, pero incluso en el momento de la publicación de HCL, esta prueba no era tal. Otra improbabilidad desactivada. Por cierto, dentro de esta narrativa de la nave alienígena que planea un ataque por sorpresa, uno se pregunta si una civilización tan avanzada no sería capaz de emitir vapor para mantener el engaño a los astrónomos terrícolas. En este artículo me estoy limitando a valorar el paper de HCL con la información que teníamos en el momento de su publicación, el 16 de julio. No incluyo en esta valoración información más reciente pero añado aquí por completitud que a día de hoy ya hay dos papers recientes donde se afirma haber detectado emisiones de vapor de agua en 3I/Atlas [5,8]. Avi Loeb en su blog cuestiona estos resultados [9].
  • Encuentros planetarios: HCL plantean que 3I/Atlas pasa muy cerca de Venus, Marte y Júpiter y lo cuantifican calculando la probabilidad de que, en el momento de máximo acercamiento con cada uno de estos planetas, la longitud del planeta y la longitud del objeto son similares. Esta forma de calcularlo es incorrecta porque el momento de máximo acercamiento y la longitud no son variables independientes. Obviamente hay una relación (ciertamente no trivial) entre ambos parámetros. De hecho podemos ver que en el caso de Venus no existe tal acercamiento. La distancia mínima a Venus es de 0.63 AU. Para hacernos una idea, desde la Tierra nos acercamos a Venus a 0.28 AU. Sin embargo 3I/Atlas y Venus tienen su máximo acercamiento cuando ambos están más o menos en la misma dirección vistos desde el Sol. Pero esto es esperable porque si Venus estuviera al otro lado del Sol entonces no sería el momento de la mínima distancia. Sí que existen, sin embargo, acercamientos reales a Marte y a Júpiter. El de Marte es fácil de explicar porque la trayectoria de 3I/Atlas es casi tangencial a la órbita de Marte (ver Figura 1) así que tarde o temprano se iban a encontrar en ese camino mientras uno va en una dirección y el otro en la contraria. Uno podría plantearse que es mucha casualidad que la trayectoria de 3I/Atlas sea tan parecida a la tangente con la órbita de Marte (técnicamente diríamos que el parámetro de impacto respecto al Sol es similar a al distancia orbital de Marte). Pero esto es un mal uso de la estadística porque en realidad, cualquier trayectoria que hubiera hecho 3I/Atlas por el sistema solar interior, teniendo en cuenta que va por la eclíptica, lo hubiera llevado muy cerca de alguno de los planetas. Y en cualquiera de los casos se hubiera aducido que es mucha casualidad que se hubiera acercado a cualquiera de ellos. Ese es el problema de la selección de criterios a posteriori. De hecho, uno pensaría a priori que la hipótesis alienígena se vería reforzada por un encuentro cercano con la Tierra. En realidad es justo lo contrario, la Tierra es precisamente el que más lejos queda de todos. Y aun así, se toma este hecho para justificar la hipótesis alienígena. Es uno de esos casos en que tiro la moneda y si sale cara apoya mi hipótesis, si sale cruz también. La verdadera coincidencia aquí es el encuentro con Júpiter. No veo una razón obvia que lo justifique y me parece que es lo único atribuible a la casualidad. De resto lo veo todo explicable por el efecto de selección. Dejo al lector el siguiente ejercicio. Tómese un dibujo del sistema solar interior; trácese una línea casi recta a una distancia aleatoria del Sol; para cada uno de los planetas interiores tire una moneda: si sale cara ponga una marca en el mismo lado en que está la recta, si sale cruz ponga una marca en el lado opuesto del Sol. Teniendo en cuenta que el objeto interestelar se mueve muy rápido y el planeta va en dirección opuesta, aquellos planetas que hayan quedado en el mismo lado del Sol que el objeto se van a encontrar con él. Compruebe en este ejercicio que habitualmente se van a producir encuentros planetarios a distancias parecidas a 0.2 AU, que es la que se dará entre Marte y 3I/Atlas. Seguramente podrá encontrar alguna justificación por la cual los extraterrestres querrán visitar los planetas que encuentran y evitar los que no. Improbabilidad desactivada (salvo la de Júpiter).
  • Radiante: 3I/ATLAS viene de "cerca" del centro galáctico, lo cual, según argumentan, HCL hace que sea más difícil de detectar porque por esa zona hay muchos objetos. Hago notar que estos autores sostienen que también el hecho de que venga cerca de la eclíptica sugiere un origen artificial, cuando cerca de la eclíptica va a ser mucho más fácil de detectar. Entonces ¿están intentando evitar ser detectados o no? Parece otra de esas situaciones en que si sale cara apoya mi teoría y si sale cruz también. En cualquier caso, el objeto no viene tan cerca del centro galáctico, está a una distancia de unos 28 grados en el cielo, y por otra parte lo esperable es que objetos naturales como cometas provengan con mayor probabilidad de las zonas más pobladas de la galaxia. No hay ninguna sorpresa en que un objeto interestelar natural provenga de la dirección aproximada hacia el centro galácticos. Improbabilidad desactivada.
  • Perihelio oculto: El resto de improbabilidades peculiares de 3I/ATLAS están relacionadas con la mecánica orbital y, sobre todo, la posibilidad de ejecutar una maniobra Oberth para cambiar su trayectoria. Esta maniobra se haría en el perihelio (el punto más cercano al Sol) que ocurre cuando la Tierra está al otro lado. Según Loeb et al., la trayectoria de 3I/ATLAS estaría cuidadosamente calculada para que esta maniobra se realice de forma clandestina, oculta a los ojos de los terrícolas. En la próxima sección analizaremos en detalle el tema de la posible maniobra Oberth y veremos por qué no tiene sentido. Pero antes de entrar en mecánica orbital, me gustaría apuntar que los autores no han tenido en cuenta que no todos nuestros ojos están en la Tierra. Tenemos también telescopios en el espacio y algunos están en posiciones alejadas y con líneas de visión muy diferentes a las de la Tierra. En principio, sondas como STEREO-A, Solar Orbiter o la Parker Solar Probe, por ejemplo, tienen la capacidad de ver todo el paso por el perihelio de 3I/ATLAS y detectar la maniobra oculta. En cualquier caso, parece ingenuo por parte de los alinígenas asumir que no vamos a tener sondas o telescopios en otros planetas que puedan ver su maniobra cuando pasen detrás del Sol respecto a la Tierra. 

4. Maniobra Oberth

    El aspecto clave para la narrativa de la nave espacial hostil es la maniobra Oberth clandestina con la que los extraterrestres pretenderían cambiar su rumbo para colocarse por sorpresa en la trayectoria adecuada para sus aviesos fines, quizás quedando en órbita alrededor del Sol o de Júpiter, quizás preparando un encuentro con la Tierra. La maniobra Oberth es algo que nosotros hacemos habitualmente cuando enviamos sondas a otros planetas y consiste en aprovechar el paso por el periastro (el punto más cercano al astro que se está orbitando, ya sea el Sol o un planeta) para hacer el encendido de los motores. Resulta que ese es el momento óptimo para hacerlo. Cuando una nave enciende sus propulsores para aumentar su velocidad en una cierta cantidad, digamos Δv, la ganancia en energía orbital que se obtiene es mucho mayor si se hace en el paso por el periastro que si se hace en el espacio libre. Sin embargo, en el caso de 3I/ATLAS no tiene ningún sentido hacer esto, y mucho menos intentar sincronizarlo con el paso por el perihelio. Para ver por qué tenemos primero que entender lo que es el efecto Oberth. 

    Hay muchas derivaciones publicadas de este efecto, por ejemplo en la wikipedia se pueden encontrar las fórmulas para una trayectoria parabólica. En esta sección vamos a hacer una derivación parecida pero más general, aplicable a una trayectoria hiperbólica (la que tendría un objeto interestelar) y que viene con una velocidad en el infinito que puede ser distinta de cero. Es muy sencilla y se puede seguir con conocimientos a nivel de enseñanza secundaria. El lector que no tenga interés en estos detalles puede saltar directamente a la sección titulada "conclusiones" más abajo. Empezamos con las definiciones de los símbolos con que vamos a trabajar:


Consideremos un objeto en una cierta órbita que en un instante determinado adquiere un incremento de velocidad como resultado de un encendido de sus propulsores. La órbita puede ser de cualquier tipo, elíptica, parabólica o hiperbólica, y puede tener velocidad en el infinito o no. Incluso podría ser una línea recta en espacio vacío. La energía cinética específica (es decir, por unidad de masa) después del encendido es la que corresponde a la nueva velocidad, que es la suma de la velocidad pre-encendido más el incremento de velocidad que le damos con la propulsión:

Es decir, la energía cinética que tenemos después del encendido es la suma de tres términos: a)la que teníamos antes; b)la que aportaría el encendido si se hubiera hecho partiendo del reposo; c)un término que es el producto de la velocidad previa por el incremento de velocidad. Este último término es el que da cuenta del efecto Oberth. La energía cinética que aporta el encendido es mayor cuanto mayor sea la velocidad a la que se haga. Nótese que, contrariamente a lo que se suele pensar, el efecto Oberth no es un efecto gravitatorio. Es decir, no tenemos una ganancia en energía por hacer el encendido cerca de un objeto masivo sino por hacerlo cuando nos movemos a mayor velocidad. En las ecuaciones anteriores no hay ninguna dependencia de la masa del astro ni aparece la constante gravitacional. El hecho de que hagamos las maniobras Oberth en el perihelio (o periastro, en general, pero vamos a hablar de perihelio sin pérdida de generalidad) es porque allí nos estaremos moviendo más rápido. 

    Desde que pasamos por el perihelio hasta que salimos completamente del pozo de potencial perdemos una cantidad de energía cinética que es igual a la energía potencial ganada y es:
Por tanto la energía cinética específica con la que saldríamos del pozo de potencial es:
Si no existiera el efecto Oberth, el último término no estaría presente y la energía cinética específica al salir del pozo de potencial sería lo que quizás esperaríamos intiuitivamente: la suma de la energía previa, más la aportada por el encendido (si partiéramos del reposo), menos la que se pierde para salir del pozo, que se convierte en energía potencial.

La realidad, sin embargo es que salimos con más energía que esa:
y, por tanto, hemos ganado:
Insisto en que, como podemos ver en la fórmula, la ganancia es meramente un efecto cinético y no gravitatorio. Todo esto se aplica exactamente igual a una nave que estuviera moviéndose en espacio vacío. 
   
    El lector con algo de intuición física ya se habrá dado cuenta del problema con la idea de una supuesta maniobra Oberth por parte de 3I/ATLAS pero antes de entrar en eso me gustaría dar otra vuelta de tuerca. Se suele decir que la maniobra Oberth se debe ejecutar en el perihelio y HCL señalan que 3I/ATLAS alcanzará su perihelio justo cuando está oculto tras el Sol desde el punto de vista de la Tierra. Es cierto que la maniobra tiene su máxima eficiencia cuanto más cerca se haga del perihelio porque, como hemos visto antes, la ganancia de energía depende de la velocidad, y esta es máxima en el perihelio. Sin embargo, ¿cuánto de crítico es este requisito? ¿Qué pasa si no la hacemos exactamente en el perihelio sino un poco antes o un poco después? Todo ingeniero, y en particular los del ámbito espacial, sabe que no existen los valores exactos y cualquier requisito de ingeniería debe darse con una cierta tolerancia. Cuando los ingenieros de una misión planean un evento a ejecutar, deben considerar las tolerancias, es decir, los márgenes de error permisibles para que la misión siga siendo un éxito. Esto es lo que nos da, por ejemplo, las ventanas de lanzamiento o de encendido. Es decir, cuánto podemos desviarnos del requisito sin salirnos del margen aceptable en el resultado final.

    Cuando vemos ilustraciones de maniobras Oberth en libros de astronáutica, siempre vemos una trayectoria muy curvada, con un periastro fuertemente marcado. En cambio, cuando miramos la trayectoria de 3I/ATLAS en la Figura 1, vemos que esta es casi recta. Apenas se curva en su recorrido, lo cual es un efecto de su alta velocidad respecto al Sol y la gran distancia a la que pasa. Esto implica que el perihelio es débil, hay muy poca diferencia (en particular en velocidad) entre el perihelio exacto y cualquier punto a cierta distancia de este. Vamos a cuantificar esto para determinar la ventana de posiciones aceptables para una maniobra Oberth.

    En las fórmulas anteriores hemos estado trabajando con la velocidad pre-encendido, dejando intencionadamente abierta la posibilidad de que no sea la velocidad del perihelio. Vamos ahora a explicitarlo. Supongamos que no encendemos en el punto óptimo, que sería el perihelio, sino a una cierta distancia, de tal manera que la velocidad es algo menor que la del perihelio. La diferencia de velocidad la denominamos con delta minúscula y es negativa porque en cualquier otro punto será menor:


Si sustituimos esta expresión en todas las fórmulas anteriores, podemos propagar este pequeño delta y calcular cuánto perdemos por hacer el encendido fuera del perihelio. Resulta que la energía que perdemos respecto a haber ejecutado una maniobra óptima es:
Y en términos relativos:


Conclusiones

    Apliquemos todo esto al caso de 3I/ATLAS y veamos algunos números. Decíamos que parece mucha casualidad que el perihelio ocurra justo cuando la Tierra está al otro lado y, por tanto, es una buena oportunidad para ejecutar una maniobra Oberth oculta. Sin embargo, ¿cuánto podrían los extraterrestres haberse desviado del perihelio si la sincronización no hubiera sido muy precisa para hacer dicha maniobra de forma clandestina? La velocidad en el perihelio será de unos 68.34 km/s. Un día antes o después será de 68.33 km/s. Una semana antes o después será de 68.17 km/s. Un mes antes o después será de 66.2 km/s. Dos meses antes o después será de 63.61 km/s. Puesto que el poder de la maniobra solo depende de la diferencia de velocidad, hacer la maniobra con un mes de diferencia al perihelio solo cambiaría la energía ganada en un magro 3%. Si nos fuéramos a un margen de dos meses, la diferencia sería apenas 4%. Es decir, los extraterrestres no necesitan sincronizar con ninguna precisión el ocultamiento detrás del Sol con el perihelio. Tienen una ventana de 4 meses en la cual todavía tendrían el 96% del poder de la maniobra y no habría ningún interés especial por hacer esa sincronización. Esta falta de sensibilidad es una consecuencia directa de lo recta que es la trayectoria del cometa, como decíamos antes.

    Pero el absurdo de Oberth va incluso más allá. Precisamente como consecuencia de lo poco que se desvía este objeto por la gravedad solar, una maniobra Oberth no aporta ninguna ganancia significativa. La confusión viene del hecho de que normalmente se considera la ganancia Oberth de un objeto en el perihelio con respecto a la situación en que se encuentra en reposo en el infinito. Pero 3I/ATLAS dista mucho de estar en reposo en el infinito. En el espacio libre se movía a 58 km/s. Al acercarase al Sol acelera un poco (no mucho) hasta los 68 km/s en el perihelio. Recordemos que el efecto Oberth es puramente cinético, por lo que lo relevante es la comparación entre hacer el encendido a 58 km/s frente a hacerlo a 68 km/s. Supongamos que queremos hacer un encendido para un Δv de, digamos 10 km/s. La diferencia de energía ganada entre hacerlo en el infinito o hacerlo en el perihelio es apenas un factor 1.12, es decir solo se gana un 12% de energía por hacer el encendido en el perihelio. Realmente es una miseria de ganancia que no valdría la pena el riesgo de delatar nuestra presencia, sobre todo si somos una civilización muy avanzada con capacidades portentosas de propulsión como la necesaria para decidir venir por la eclíptica o en la dirección del centro galáctico.

    Con esto, y la explicación de todas las supuestas improbabilidades (salvo el paso cercano a Júpiter), queda claro que no hay hasta la fecha nada que haga peculiar a 3I/ATLAS con respecto a lo esperable en un cometa de origen interestelar. No podemos demostrar que no sea una nave alienígena disfrazada de cometa con intenciones de atacarnos en noviembre pero tampoco hay ninguna razón para pensar que así sea. Algún día descubriremos extraterrestres inteligentes, biológicos o artificiales, vivos o (más probablemente) extintos... No sé si veremos ese día o si está en un futuro lejano. Pero lo que sí tengo claro es que ese logro no se conseguirá gracias a los que ven aliens en cada maullido, sino a pesar de ellos. Eso sí, en el imaginario del público poco instruido, quedarán grabados los nombres de los que hacen ruido como los paladines de la búsuqeda de aliens, mientras el trabajo serio se hace, como es habitual, de forma anónima y picando mucha piedra. 


Referencias

[1]https://www.youtube.com/watch?v=DV81hgjx2RU 
[2]https://academic.oup.com/mnrasl/article/542/1/L139/8206197
[3]https://arxiv.org/abs/2507.12922
[4]https://arxiv.org/abs/2508.00808
[5]https://arxiv.org/abs/2508.04675
[6]https://arxiv.org/abs/2508.02934
[7]https://arxiv.org/abs/2507.12213
[8]https://arxiv.org/abs/2507.14916
[9]https://avi-loeb.medium.com/no-theres-no-clear-evidence-for-water-around-3i-atlas-29a73a37c054
    

Comments

  1. Brillante refutación de una ocurrencia atractiva pero infundada, más bien paranoica.
    Y sí, hay más gatos que extraterrestres en la Tierra.

    ReplyDelete

Post a Comment

Popular posts from this blog

Los OVNIs del New York Times

El declive ético en la Real Academia de las Ciencias: Un llamado a la renovación

¿Se conserva la energía en el Universo? Respuesta simple a una pregunta compleja